Manual de urbanidad  de Carreño, libro recomendado de la semana

 

Manejo celular

En estos días  se habla mucho de los principios básicos de convivencia ciudadana y la preservación de la seguridad, el orden público, el ambiente y el ornato de la ciudad, así como del buen estado de los bienes públicos y la libre circulación del tránsito y la utilización pacífica y armónica de las vías y espacios públicos.

Pero estas normas de convivencia no se pueden ponerse en práctica, si el individuo no tiene una  base desde el hogar  de lo que son los  principios de urbanidad, llamados ahora como  normas de etiqueta, las cuales dicen la forma de comportarse  con sus familiares y  el resto de ciudadanos, lo cual se ha perdido en los últimos años y muchos señalan que es la causa del mal comportamiento que vemos a diario.

En tal sentido, hoy les vamos a recomendar un libro  interesante llamado “Manual de Urbanidad y buenas maneras” de Manuel Antonio Carreño, que  quizá sea para muchos un libro pasado de moda, una reliquia de la antigüedad, pero que deja un gran mensaje, si quiere que sus hijos sean  en un futuro bueno ciudadanos.

A las normas que dicta  ‘La Urbanidad de Carrero’, (uno de los libros más  leídos de Colombia), hay que agregar  algunos comportamientos no reglamentados modernos y que están dentro de la lógica, tales como el mantener apagado el celular durante una conferencia o un concierto, darle un trato especial a las  personas de la tercera edad, no pararse en el rayado de las calles y avenidas, tirar la basura,  o subirle  el sonido a  los equipos de sonido.

Manuel Antonio Carreño (1812-1874), político y escritor, padre de Teresa Carreño y hermano de Simón Rodríguez, recogió en su manual las formas más elementales y las reglas sobre los buenos modales para relacionarse en sociedad.

El libro, que se encuentra la Sala de Humanidades de la Biblioteca Pública Central ‘Leonardo Ruiz Pineda’ en la comienza con tres capítulos introductorios, “Deberes morales del hombre”, en donde desarrolla esas obligaciones para con Dios, para con la sociedad, para con nuestros padres, para con la Patria, para con nuestros semejantes y para con nosotros mismos, puesto que “el hecho de formar parte del género humano ya nos compromete a esos deberes”.

Luego de repasar algunos principios generales, se extiende en normas del aseo, sobre el modo de conducirnos dentro de la casa, en diferentes lugares fuera de ella y en sociedad, para finalmente pasearse por las diferentes aplicaciones de la urbanidad. Esta obra fue, durante mucho tiempo, declarada en diversos países hispanoamericanos libro de texto para las escuelas públicas.

La urbanidad, dice la introducción a este manual, es virtud o manifestación de virtud: reflejo exterior de realidades interiores, la intención de integrarse positivamente en la vida ciudadana convertida en hechos.

¿Estará ciertamente esta obra tan “pasada de moda” como algunos opinan?

Algunos Hábitos que son de mal gusto

  • Chuparse o morderse un mechón de pelo .
  • Morderse las uñas o cutículas.
  • Sentarse con las piernas separadas o con las piernas cruzadas o torcidas de una manera poco convencional.
  • Masticar chicle mientras habla o con la boca abierta.
  • Fumar en la calle o hacerlo sin haber pedido permiso a los presentes, especialmente a sabiendas de que el olor a cigarro puede ofender o incomodar a alguien.
  • Tener un cigarrillo en los labios mientras habla.
  • Hacer que los demás se sientan culpables o incómodos mientras comen algún delicioso postre solamente porque usted debe abstenerse debido a alguna dieta.
  • Rascarse o pellizcarse la cara.
  • Cometer la indiscreción de hacerle alguna pregunta íntima a alguien en voz alta: ¿Es eso una peluca?
  • Usar un cepillo o peine sucios.
  • Aplicarse maquillaje o peinarse en la mesa de comer.
  • Usar rulos en el cabello en público.
  • Llevar esmalte de uñas descascarado, uñas partidas o maltratadas o, peor aún, sucias.
  • Una línea demasiado dramática y notable que delimite claramente dónde termina el maquillaje y dónde comienza el color natural de la piel.
  • Hablar demasiado o en detalle de excentricidades personales: operaciones, enfermedades, neurosis, alergias, accidentes, etc.
  • Comer ruidosamente haciendo gestos exagerados.
  • Introducir pedazos de comida demasiado grandes a la boca.

Prensa Red de Bibliotecas Públicas/Daniel Useche