Por: José Gregorio Vielma Mora
Quiero seguir insistiendo en la necesidad de refundar nuestra economía sobre bases más sólidas. El tema es pertinente por el éxito de nuestra ExpoTáchira productiva realizada recientemente. Allí se demostró el potencial que tiene nuestra región para afianzar nuestra soberanía en materia económica y superar el rentismo que tanto daño nos ha hecho históricamente.
Creo que no basta nada más una actitud de EMPRENDIMIENTO como concepto de moda en el capitalismo actual, los venezolanos y las venezolanas debemos creer, en primer lugar, que somos capaces de soñar y arriesgar, de elevar la mirada y el anhelo de crecer más allá de nuestras capacidades actuales.
Es un problema cultural, sin duda, pensamos siempre en el empleo remunerado, en algún cargo del Estado, bien sea en alcaldías o gobernaciones, o bien en instituciones del gobierno central con sedes regionales para encontrar trabajos estables. En el ínterin, observamos cómo faltan muchos bienes elaborados y alimentos que, más bien visto como problema de desabastecimiento, debiéramos verlo como oportunidades de negocios. Y estoy seguro que para eso no hay que ser capitalista, ni poseer una riqueza previa acumulada ni de activos.
Cuando uno revisa la historia de los inmigrantes que llegaron a Norteamérica y Suramérica, huyendo de la destrucción Europea producida por la 2da. Guerra Mundial y el resultado posterior de muchas de las actuales fortunas tanto en Latinoamérica como en la potencia del norte, no puede uno dejar de pensar que existen ataduras culturales en nuestro pueblo venezolano que no nos ha permitido avanzar como sociedad productiva. Creo que allí debemos buscar la causa del rentismo.
No creo que para la década de los 50 del siglo XX, estos inmigrantes encontraran, en los países receptores, políticas públicas que estimularan la inversión y los negocios. Al contrario, me consta por la historia viva de muchos migrantes en Venezuela las pocas posibilidades o estímulos encontrados cuando iniciaron sus negocios. Entonces, ¿Qué pasa con nuestra sociedad? ¿Por qué nuestros nacionales sean pobres o con recursos, tienen tan bajo nivel de emprendimiento e iniciativa?.
En primer lugar, la actitud productiva debe ser encauzada desde la escuela. Nunca entendí para qué en bachillerato, por ejemplo, dan inglés todos los años o por qué se enseña la física, la química y la matemática sin tener una perspectiva de utilidad. Seguramente algún pedagogo me corregirá hablándome de la necesidad de la acumulación de conocimientos básicos. Es verdad. Pero ¿Acaso estos conocimientos básicos no pueden transmitirse en base a una verdadera utilidad social? ¿Es muy difícil contextualizar los aprendizajes de acuerdo a las potencialidades productivas de cada región y la escuela estar conteste con esas necesidades? Estoy seguro que todas las muchachas y muchachos que egresan de los liceos venezolanos se preguntarán para qué pasaron tantas horas en un aula de clases y cuál fue el propósito del bachillerato.
Por fortuna nuestro Ministerio del Poder Popular para la Educación está repensando el pensum de estudio básico y nuestras políticas de educación universitaria están igualmente reformulándose con la perspectiva productiva. Allí está la solución no cabe duda. Debemos tener una educación más utilitaria. La historia, la matemática, la física, la química y cualquier otra asignatura deben estar relacionadas con la idea de PRODUCIR. Los valores de soberanía y pertenencia caerían en el vacío si no estamos enseñando a nuestras generaciones futuras a ser capaces de emprender, crear, arriesgar y trabajar incansablemente por la superación real tanto económica como moral.
No faltarán los que me tildarán de alentar el capitalismo y más de un radical de izquierda, me criticará por estos señalamientos, pero más allá del modelo social que construyamos no habrá desarrollo de nuestras fuerzas productivas si no nos repensamos como seres productivos, bien sea colectivamente o individualmente. Si pudieron aquellos que llegaron sin nada y lograron bastante, ¿Por qué no podemos nosotros?
Este momento difícil que vive la República por los precios bajos petroleros, el bachaqueo como un modelo social aberrante, el contrabando como práctica social, son indicadores inequívocos del modelo cultural que poseemos. El reto está en cambiarlo para siempre. Es hora de aprender a ser libres. El Comandante Chávez nos abrió el camino, queda de nosotros consolidar esa libertad por medio de una verdadera independencia económica.
