Obispo del Táchira: “Es tiempo de reaccionar y exigir cambios para el país”

En el marco de la celebración de los 419 años de la Virgen de la Consolación, el obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Mario del Valle Moronta, precisó que es tiempo para reaccionar y exigir respeto “que se escuche el clamor del pueblo que desea un cambio en el país”.

Refirió que los tachirenses no son ciudadanos de segunda categoría, ni tampoco bachaqueros, “lo que se necesita en esta región es que haya gasolina, agua, luz y en toda Venezuela libertad”.

Fue enfático al pronunciar que las autoridades nacionales deben respetar la frontera, cuyo espacio no es de un grupo de irregulares, “es una tierra que pertenece a Colombia y Venezuela, dos países que son hermanos que nunca han tenido  guerra y no la tendrán, ahora menos porque se pide paz a la Virgen de la Consolación y al Santo Cristo de la Grita”.

Ante la gran multitud de feligreses en la avenida uno de Táriba, Moronta dijo que existen muchas peticiones para la Virgen de la Consolación, siendo una de las prioridades que mejore la atención en salud para los niños con problemas oncológicos y otras patologías.

Pidió al Todopoderoso  que bendiga a los más pequeños de la casa que dependen de las  actuaciones de los adultos, por lo que instó a las personas que tienen en sus manos la responsabilidad de la salud en el país a que “abran su corazón y garanticen un país diferente”.

“Si las autoridades nacionales solicitan respeto, el pueblo también  exige el mismo trato, por lo cual dijo que no debe haber componenda, ya que se quiere es que se escuche el clamor de una nación deseosa de un cambio y que sea la Virgen de la Consolación la que lleve el mensaje de paz  a toda Venezuela”, afirmó el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal.

María auxilio de los cristianos

Monseñor Moronta exaltó durante la homilía con motivo de los 419 años de la Virgen de la Consolación de Táriba las virtudes de María señalando que “acudimos a ella y la contemplamos en el impresionante y prodigioso misterio de su maternidad divina. Es la madre de Dios y, como tal, es una de las más estrechas cooperadoras en la obra y misión de salvación del Hijo, el Mesías, el Dios humanado. Hoy la contemplamos, a la vez, como la consoladora de nuestro pueblo y la dolorosa que ha sufrido en su corazón también la espada que se lo atravesaba, como bien lo profetizaba Simeón, en el templo de Jerusalén”.

En esta celebración eucarística –manifestó Moronta-   al alabar las glorias de María, el orgullo de nuestra raza, nos ponemos en las manos de la flor más bella de los Andes, Nuestra Señora de la Consolación. Renovamos nuestra profesión de fe en la Iglesia Madre, inspirados en la profesión de fe en la Madre de Dios. Con ambas, María y la Iglesia, compartimos hoy el pan de la Palabra para que su ardor nos transforme y nos permita reconocer al Señor Jesús, el Hijo que nos dio a la Virgen María como nuestra Madre. Nuestra existencia cristiana hace suyo el dolor de la madre de Dios y la Iglesia para convertirlo en fuerza de cambio radical y así llegar a ser consoladores de nuestro pueblo. Amén.

Prensa Dirci// Rocío René González.