Ante Defensora del Pueblo acudieron víctimas de guarimbas en el Táchira

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Para ejercer su derecho a la declaración pública y rendir testimonio de los hechos registrados, este lunes se reunieron en Caracas con la Defensora del Pueblo, María Gabriela Ramírez, un grupo de víctimas de las guarimbas de San Cristóbal.

La delegación, integrada por 39 personas entre mujeres y hombres que sufrieron en carne propia los ataques y la violencia que se desató por parte de la derecha tachirense durante los primeros meses de 2014.

Las víctimas del terror y el caos que se sembró en la capital del Táchira, viajaron acompañadas por la Directora de Política y Participación Ciudadana del Ejecutivo regional, Graciela Moncada.

Además de entrevistarse con la Defensora del Pueblo, las víctimas de las guarimbas también acudieron la tarde de este lunes a una comisión de la Asamblea Nacional.

Germán Oscar Carrero, uno de los viajeros recordó que “por defender la revolución y al estar prestando un servicio como distribuir medicinas en distintos sectores de la ciudad, fui atacado, al igual que tres compañeros que estaban conmigo en un vehículo de Corposalud,  por un grupo de encapuchados de la derecha”.

Al momento en que Carrero y sus acompañantes se movilizaban por barrio Sucre, recibieron ataques con bombas artesanales, lo que le produjo la pérdida total de su mano derecha, la cual debió ser amputada debido a los graves daños y destrozos que causaron los artefactos explosivos.

José Fernández vive en La Concordia y trabaja como operario de maquinaria pesada.  Al momento del ataque que sufrió, se encontraba con otras personas levantando barricadas que habían colocado los guarimberos para cerrar el paso a personas y vehículos en las afueras del Hospital Central.

“Ahí fuimos sorprendidos por un grupo de personas quienes desde la parte alta de un edificio comenzaron a dispararnos y no sabíamos de donde provenían. En el primer momento no nos dimos cuenta, pero luego varias balas nos impactaron y salimos apresurados”.

Fernández recibió dos disparos en el estómago, los cuales le perforaron algunos órganos y por ello hoy lleva una malla protectora que le impide trabajar, inclinarse y hacer fuerza por mínima que sea.

Wilber Dávila, periodista y profesor, reside en barrio Sucre, uno de los puntos de la ciudad donde con mayor rigor se sintieron los efectos de la violencia.

“En esa zona de la ciudad fueron instaladas no menos de veinte barricadas que impedían el libre tránsito. En esos días falleció una persona y el vehículo de la funeraria no pudo llegar a la casa, el cadáver debió ser cargado por sus familiares en una hamaca hasta la avenida donde estaba el carro fúnebre”, recordó Dávila.

El periodista y educador, junto con su familia, sufrieron en carne propia vejámenes, amenazas hasta de muerte y todo tipo de insultos y atropellos por parte de los violentos, quienes incluso llegaron a lanzar piedras contra su casa, y destrozar ventanas y puertas.    

Lo más lamentable, según Dávila, fueron los daños de la estructura física, áreas verdes, jardines y cancha deportiva, así como el autobús del Liceo Bolivariano “Juan Antonio Román Valecillos”.

Rafael Olivo Pantaleón, residenciado en el barrio “Marco Tulio Rangel”, donde tenía su vivienda, la cual fue destruida e incendiada por los grupos violentos.

“Fue un lunes cuando, a las 8 de la mañana, estaba llegando al mercado me llamó mi esposa para decirme que un grupo considerable de guarimberos habían entrado a la fuerza y la emprendieron contra los artefactos y los muebles”.

“Nos destrozaron las camas, las sillas, el televisor, la nevera y luego le prendieron fuego a la casa, dejándonos a mi familia y a mí, en la calle. Hoy gracias a Dios y al gobernador Vielma Mora, cuento con su ayuda para sobrellevar la difícil situación que nos ha tocado enfrentar”.FIN/Teresa Márquez Soto. Fotos: Doris Hernández.

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