Entre la nostalgia y el confinamiento músicos tachirenses se reinventan

En un principio fue el silencio quien acompañó a la incertidumbre, luego de conocerse de la  inquietante noticia que un virus estaría atentando a la humanidad en los primeros meses del año. Las medidas de prevención y protocolos exigidos por la Organización Mundial de la Salud en conjunto con los gobernantes de turnos en los diferentes países ya son conocidas. Más de dos meses luego del decreto de cuarentena en Venezuela, continúa el estado de alarma y el uso mascarillas en los ciudadanos ya forma parte de su presentación personal. La pandemia ha creado una nueva rutina mundial pero que en este país, se vive con matices más intensos y alarmantes.

Para los músicos tachirenses y los artistas que hacen cultura en San Cristóbal sus vidas han sido redescubiertas. Ante el caos intentan organizarse, ampliar y reafirmar conocimientos, ensayar y volver a ensayar en sus casas, permitiendo como bien lo señala Gregory Pino: “crear nuevas maneras de estructurase como músico”. Proceso de aprendizaje que ha vivido  con otros músicos como lo son Jesús David Medina y Leoncio Ontiveros, artistas de la ciudad, el país y del mundo que viven a miles kilómetros de distancia pero que en cada quien reposa el canto vigente, fuente inagotable para la expresión sincera, la nostalgia y la calma en tiempos de encierro.

Y es que el sentimiento nostálgico se puede convertir en motor transformador. La nostalgia por una mejor nación, una mejor realidad, por un nuevo respiro para llevar los días. Esta misma nostalgia que motivó a un reencuentro histórico con el Coro del Ateneo del Táchira cuyos integrantes viven en distintos países pero que reunidos bajo el confinamiento y la gracia que inspira la música  han vuelto a grabar y cantar. De ese encuentro surge el Coro Virtual Venezuela, grabando versiones de temas como “El Diablo Suelto” y “El hijo de la Luna” que ya ha sido reproducido en las plataformas digitales más usadas en estos tiempos.

Por su parte Leoncio Ontiveros, director de la Orquesta Típica del Táchira, Cantoría Sofitasa y padre musical para varias generaciones de artistas de la región, expresó que esta realidad que se vive por el COVID-19, le ha dado una oportunidad “para exigirme como músico, lo que implica hacer las cosas bien, con detalles”, sin mencionar las peripecias que ha vivido por las limitaciones de los servicios públicos, los problemas y carencias que padecen los venezolanos. Sin embargo, el profesor afina su guitarra, toca algunos acordes de ensayo y empieza a grabar para compartir por Instagram y YouTube. Incluso esta experiencia la ha permitido dictar clases On Line por internet, compartiendo salones virtuales con destacados músicos internacionales.

La Coral del Táchira no se queda rezagada en las creaciones durante tiempos de cuarentena. Tomando un arreglo del propio Leoncio Ontiveros están en los ensayos y producción de un “Ave María” que también será publicada en las próximas semanas. Ángel Martínez director de los Niños Cantores del Táchira coordina presentaciones, una sorpresa que viene y que en las cuentas de las redes sociales de esta institución cultural lo hacen notar. Las colaboraciones que han participado Pino, Ontiveros, y Medina entre artistas regionales con otros colegas del canto y la música incluyen grabaciones en países como: Perú, Chile, Argentina, Colombia, España, Francia, Portugal, Cuba, Estados Unidos, entre otros.

Después del silencio y el resguardo, la riqueza musical para los artistas no termina. Fortaleciendo sus técnicas para grabarse en conciertos caseros, para expresar lo que han callado por prevención, para continuar con sus labores de cultores en una sociedad corrompida por el ruido político y el silencio aislante. Música que permita calmar algunos dolores que van más allá del Coronavirus.

Porfirio Parada – Prensa DCET.