Desde un módulo abandonado ubicado en el parque La Parada de San Cristóbal, con el ímpetu que ha derramado la Revolución Bolivariana, ella y él ascendieron desde horas del mediodía para cumplir con el deber de ejercer su derecho partidista de elegir su representante dentro de los Círculos de Lucha Popular.
A ellos, a quienes la vida les ha negado oportunidades y hasta la tranquilidad de su estadía en un parque público administrado por la municipalidad, no les falló la voluntad para ir hasta su centro electoral, “mojar” su dedo y manifestarse.
En diversas ocasiones se le has cortado la luz, el agua, y les han hecho hasta lo imposible para que desocupen su “hogar improvisado”, sin embargo allí se han mantenido, al igual que su fe inquebrantable en el proceso revolucionario y el ideal del Comandante Chávez.
Por eso atendieron el llamado democrático de su partido y se expresaron. Quizás la odisea para llegar a su centro electoral le fue corta, para los años que llevan deambulando en calles, viviendo de lo que la gente le regala.
A ella, su compleja limitación motriz no le pesa y a él su peso le es tan similar al peso de una pluma sobre el hombro. Ella sin él no puede caminar, él sin ella no quiere seguir. Ambos llegaron al liceo Ramón Velázquez, luego de un recorrido de más de casi dos horas, en no más de 600 metros. Y votaron.
Él tiene una avanzada edad, ella mucho menos de la mitad, muchos ni siquiera saben sus nombres; sólo se le conocen como los “viejitos del Parque”. FIN/Eliana Millán Montiel/Foto: Yoli Franco
De esta historia les contaremos más adelante…
