Pasaron 79 años, 4 meses y 14 días de aquel mágico estreno en la Alte Oper de Fráncfort del Meno.
Y para nuestra Coral del Táchira 1 año con 3 meses y 17 días.
Adentro, antes de la primera nota, habían coreutas; sí, coreutas como los de las tragedias griegas… Tenían sus nervios rotos. Si así se movían a lo externo, qué sería de sus espinas dendríticas.
«¡Pobres!». ¡«Pobres» y RICOS a la vez!… Todo un coctel de emociones, de suculentas sensaciones propias del Carmina Burana de Carl Orff.
La concertino preparó a sus aliados con gestos, miradas y silencios. Aquí no hubo «Metáfora de la Orquesta», hubo director de sobra: el maestro Alexander Carrillo ¡Una vez más!… ¡Haciendo música!, ¡formando academia!
El Teatro Luis Gilberto Mendoza de la Unidad Vecinal no dejó ver ni una silla negra ya que todas estaban ocupadas por la audiencia, la misma que sin disimulo se ubicó en todas partes para presenciar el concierto sinfónico coral que la Fundación Coral del Táchira (Funcota) organizó para celebrar los cuarenta años de su primogénita Patrimonio Cultural de la Nación y orgullo regional: Coral del Táchira —potencia cultural.
¡Talento a mil por hora, audiencia a todo dar, así es el #TáchiraCultural!…
Perfectamente encajada en un elegante vestido blanco y a mitad del escenario Keyla Porras dio la bienvenida. Hasta sus palabras estaban bien «confeccionadas». Fue breve.
Entraron los solistas. Soprano, Contratenor y Bajo: Yessica Fernández de inolvidables vibratos, Javier Duque con envidiable rango y Temix Albornoz de portentosa voz. Los tres escoltaron al maestro Carrillo quien también se presentó con una cortina de aplausos.
Bastaron las primeras notas del primer preludio para encrespar a los asistentes:
O Fortuna
velut luna,
statu variabilis,
semper crescis
aut decrescis… (Retumbó por el lugar)
Y allí la armoniosa ejecución de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar del Táchira. La OSSBT también blanqueó a la audiencia… Dejó a muchos sin palabras.
¡Tenían que presenciarlo!
Una introducción: Fortuna imperatrix mundi. Tres partes: Primo vere, In taberna, Cour d’amours. Y un final: Blanziflor et Helena (para un total de veinticinco números que terminaron como una especie de Epanadiplosis).
Música, magia y color (…y lágrimas)
Así fue la noche del 21 de octubre cuando más de 100 artistas en escena ejecutaron la cantata goliarda del neoclasicista alemán Carl Orff. Y tan asertivo como su Schulwerk, fue el acompañamiento de las Voces Blancas y los Pequeños Cantores del Táchira.
Todos en conjunto con el Ensamble Vocal Juvenil del Táchira y la Academia Neodance, y luego de una hora de función, volvieron a repetir la hazaña: lograron la sentida ovación que sacó inclusive algunas cristalinas lágrimas. /FIN Antherson Márquez /Fotos: Milangela Álvarez.