A propósito de que estamos celebrando la semana del cine venezolano, la Biblioteca Pública Central ‘Leonardo Ruiz Pineda’ ofrece a sus distinguidos lectores una espectacular colección que tiene como título: ‘Memorias y notas del Cine venezolano’. El primer tomo comprende el periodo 1857-1959 y el segundo el 1960-1976, donde se relata su rica historia, con una información que muchos desconocen y que de verdad nos van a asombrar.
Por ejemplo en 1956 el conocido cantante mejicano Javier Solis grabó una película en Venezuela en 1956 que se llamó Rio Orinoco; en la década de los 40 y 50 se rodaron en el país varios films en producciones conjuntas con empresarios de Estados Unidos, España, Argentina e Italia; todo sobre el florecimiento del cine nacional en los años 70 y una que nos llamó poderosamente la atención: la primera actriz en debutar en prestigioso mundo cinematográfico de Hollywood no fue la cubana venezolana María Conchita Alonso, ni la zuliana Patricia Velásquez, sino Rosa Castro, conocida artística como Lucila ‘Lucelli’ Gómez, quien tuvo raíces tachirenses.
De Caracas a Hollywood
Por el año 1915, una encantadora chiquilla de siete años de edad, hija del general Cipriano Castro, con los ojos grandes y negros y el pelo suelto cayéndole sobre los hombros, subió tímidamente justo con su madre por la escalerilla del vapor que desde el puerto de la Guaira la iba a llevar a Estados Unidos. Días después la misma muchachita, Lucila Méndez, de boca pequeña y nariz perfilada, llegaba al brumoso puerto de Nueva York, metida en un pequeño abrigo y con las lustrosas botas casi a mitad de piernas.
Poco tiempo tuvo Lucila para admirar la gran ciudad. El objetivo del viaje era internarla en el convento de San Luis, así es que la niña acostumbrada a pasear con sus familiares por la plazas y casi a salirse de las manos de su progenitora para irse a pegarse a las vidrieras del boulevard del capitolio cuando iban de compras, apenas tuvo tiempo de ir observando con los ojos muy abiertos. A través de los cristales del taxi, los formidables edificios que ya comenzaban a levantarse en la 5ta avenida. Para bajar ante la puerta amplia del convento.
Una chica inteligente toda su educación primaria y secundaria la recibió Lucila de aquellas monjas, vestidas de negro y de ojos azules, que pese a la severidad de que hacían gala para evitar las travesuras de las chicas jamás pudieron impedir que esta niña inteligente, de modales suaves y voz pausada, ocultara su amor por el teatro.
En las veladas del colegio, era siempre la primera voluntaria para luego el día de la presentación subir con gran soltura ante el improvisado escenario, y recitar uno o dos versos o desempeñar el principal papel de la comedia.
Un director de Hollywood, una tarde en los estudios de la meca del cine, al terminar la prueba ante la cámara de la recién salida del colegio. -Usted trabaja con una gran naturalidad y es aprovechable, participará usted en nuestra próxima película. Su sencillez la hace ideal para el cine.
– Soy otra persona cuando encarno un papel. Me olvido de todo y vivo los personajes con todas mis fuerzas, limpiándose la pintura del rostro. Ahora era toda una mujer alta de una elegancia impresionante, de modales finos y con una vos suave y bien modulada.
– ¡Cámara!… ¡Acción!…. – Grito el director y la maquina lentamente moviéndose por los rieles, empezó acercarse desde la oscuridad hacia el ángulo de la habitación y allí Lucila Méndez, la misma hija del ex presidente andino venezolano, con un lujoso traje largo se movía con veteranía; ya se tiraba sobre el sofá para esperar al galán o bien con pasos inseguros se iba hacia la chimenea para romper la carta que la había enterado de la verdad -¡corten!…- grito el director mientras la felicitaba, así Rosita elogiada continuamente por los directores, filmo gran cantidad de películas para la Paramount, mucha de ellas en colores.
De estas primeras cintas, la que más gusto y consagro de un modo definitivo ante el público fue la Generala. -Hollywood nunca se equivoca.-Vámonos a México –dijo un día un productor azteca quien la conoció en Norteamérica y bajos buenos contratos la artista viajo al país vecino, en donde ha trabajo en más de diez películas desempeñando diversos papeles. Luego realizo una gira por toda América con una compañía de comedias y estuvo en Venezuela por el año de 1934.
-¡Caramba!… Por favor… soy Venezolana – Exclamada irritada cada vez que alguien confundía su nacionalidad. Poco tiempo estuvo en Caracas y de ahí partió a Paris y más tarde a Londres. Desde Inglaterra volvió a México a trabajar en el cine. Entre las últimas películas que filmo fue: El Que murió de Amor y la Mulata de Córdoba; En esta última cinta represento unos de los papeles principales. También figura en la Señora del frente, cuyo guion es de Rómulo Gallegos, y más Allá del Amor.
Su esposo, el director estadounidense Ralph Ince, uno de los más prestigiosos de Hollywood para ese entonces, con quien permanece casada entre 1926 y 1932. Luego también figura en el reparto de una comedia de 1935, donde aparece el comediante Shemp Howard, uno de los actores que intentara suplir (tras su fallecimiento) al gordo Curly en Los Tres Chiflados. Otras películas donde actúa son: TheHouse of Youth 1926); Coney Island, (1928); La trepadora (1924); BiggerThanBarnum’s (1926); Santa (1932); El escándalo (1934); El vuelo de la muerte (1934); Pecados de amor (1934;Convention Girl (1935); Bajo el cielo de México (1937);Viejo nido (1944); La señora de enfrente (1945);El que murió de amor (1945) y La mulata de Córdoba (1945
Rosa Castro Martinez nació en Caracas en en el año 1908. Su nombre artístico era “Lucila Mendez ‘Lucille’. Murió a los 101 años de edad el 24 de mayo de 2010 en San Diego, California, Estados Unidos. FIN Daniel Useche/Prensa Red de Bibliotecas Públicas